Ann tiene veintitrés años, dos hijas, un marido que pasa más tiempo en paro que trabajando, una madre que odia al mundo, un padre que lleva diez años en la cárcel, un trabajo como limpiadora nocturna en una universidad a la que nunca podrá asistir durante el día. Vive en una caravana en el jardín de su madre, a las afueras de Vancouver.
De pronto descubre que le quedan unos meses de vida y opta por no compartir con nadie ese secreto, para evitar que otros empiecen a hablarle de su muerte. Se escribe una lista de las cosas que no quiere dejar de hacer antes de morir, desde visitar a su padre en la cárcel o tener sexo con alguien que no sea su esposo, hasta pintarse las uñas con colores improcedentes. Ann descubre el placer de vivir.
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