Negocios sucios

Elmo McElroy (Samuel L. Jackson) cometió un pequeño error en 1971. Le cogieron fumando maria mientras conducía el coche de camino a su casa después de su graduación. Y en un momento, el sueño de McElroy de llegar a ser un farmacéutico graduado, se convirtió en humo, como el cigarrillo entre sus dedos.

Y ahora en 2001 McElroy se encuentra en el lado equivocado del camino. Fabrica muy buenas drogas, pero del tipo equivocado. Quiere salir realmente de estos negocios y esta vez tiene escondido un as en su manga.

Como químico excelente que es, McElroy ha creado la PO5-51, una nueva y maravillosa droga que promete ser "una visita personal de Dios". Su jefe, el Lagarto (Meatloaf), un petimetre blanco con un problema en la piel, que habla como el Oso Huggy y piensa que es negro, tiene un plan para vender esta droga a un sindicato de los principales distribuidores de drogas mundiales. Pero McElroy tiene otras ideas. McElroy hace un favor a la humanidad mandándoles a todos al otro mundo.

Tras traicionar al Lagarto, McElroy se lleva la droga al lugar más recóndito en el que puede pensar para venderla. Liverpool, Inglaterra. Allí es donde Leopold Durant (Ricky Tomlinson), el único distribuidor que no apareció en la reunión organizada por el Lagarto a tiempo para irse al otro mundo, le está esperando.

Pero hay un problema. Lo que McElroy no sabe es que el Lagarto ha sobrevivido a la explosión y que ha enviado a la sensual Dakota (Emily Mortimer), una belleza veinteañera, jugadora de cartas, con un rifle cargado y una actitud cariñosa, para seguirle la pista y traerle de nuevo a casa.

Dakota conoce bien Liverpool. Es donde dejó a su exnovio, Felix DeSouza (Robert Carlyle), un duro, fumador en cadena, rápido en el habla y antiamericano matón. Felix trabaja ahora para Durant, el mayor barón de las drogas de Liverpool, el hombre con el que McElroy está a punto de hacer un trato de 20 millones de dólares. Y es a Felix a quien Durant ha encargado que vigile a McElroy mientras se encuentra en la ciudad.